Nueva cumbre europea, y el tema más importante en la agenda, según la prensa cómica diaria, es el Rescate de España. Tecnicamente, se trata de un no-rescate (el segundo, tras el «crédito en óptimas condiciones a la banca» aprobado en Julio), ya que según nos cuentan será un rescate sin dinero y sin nuevas condiciones (las condiciones son las de siempre, reducir el déficit), pero que es necesario como paso ritual (los sacerdotes y los poetas saben que no se puede sobrestimar la importancia de los rituales) para que entre en funcionamiento el OMT (alias el «bazuka», el matagigantes o el poderoso pistolón) de Draghi.

Este segundo no-rescate es un no-evento de categoría aún superior al primero. Si el no-rescate a la banca en Junio/Julio sirvió para disfrazar la oficialización de la socialización de pérdidas bancarias en mayo (a través de la nacionalización de Bankia), ¿qué se intenta esconder ahora tras el combo no-rescate/intervención del BCE?

La respuesta tiene dos partes:

En primer lugar, se distrae la atención sobre el hecho de que España está fuera de los mercados de deuda pública desde hace 15 meses. Desde Julio de 2011, el BCE ha financiado a España, a través de las dos LTRO de Draghi y los mecanismos ordinarios de liquidez del BCE (al que la banca española debe 370.000 millones, nada menos que el 43% de todo lo que que deben todos los bancos del eurosistema), y a través del SMP (Securities Market Programme, compra directa de bonos en el mercado secundario, que ha permitido a inversores extranjeros salirse de la deuda española), programa que asciende en total a 225.000 millones, 150.00 desde julio de 2011 (el BCE no desglosa estas posiciones por países, pero no es descabellado suponer que la parte del león de la segunda fase del programa se empleara en bonos españoles).

Lo peor no es que el BCE tenga una exposición directa a España de casi medio billón de mortadelos por la puerta de atrás, auténtico rescate del que no se habla, mientras se sigue fingiendo (desde el BCE y desde España) que el BCE es muy duro (no como la Fed o el BoE) y no imprime dinero para rescatar países. Lo peor es que eso no ha servido para que la financiación a 10 años bajara de 6-7%. Solo el anuncio de Draghi de OMT ilimitada (con su tentadora promesa de calle de una sola dirección y los beneficios asociados – piensen en 20 años de Carry trade JPY/USD, piensen en Soros y la salida de la libra del SME) ha tenido efecto en los últimos meses, a la espera de que se concreten los detalles. El BCE es como aquel bar, en la película de Scorsese «Uno de los nuestros», que ofrece una participación a un jefe mafioso, pensando que así estará a salvo de los desmanes de otros mafiosillos; y se encuentra con que el mafioso (y los mafiosillos) usan el crédito del bar para endeudarlo al máximo, sacan todo lo que pueden, y acaban quemándolo para cobrar el seguro. La conflagración del BCE es solo cuestión de tiempo (aunque mientras llega haya patadas por sacarle todo lo que se pueda).

En segundo lugar, se distrae la atención de que la partida europea entre los modelos de Eurolandia propuestos por Francia y Alemania no se mueve un ápice. La únión bancaria está exactamente donde estaba al final de la cumbre de Junio (propuestas que no se acordarán hasta que Alemania logre que no incluya a los landesbanken; que tardarán muchos meses en ser operativas; y que no librarán a los estados español e irlandés del peso de la deuda bancaria ya asumida); la unión fiscal que demanda Alemania sigue siendo boicoteada por Francia, que parece asumir la posición de defender el «crecimiento» y la barra libre del BCE (abiertamente, en vez de a escondidas) para aglutinar a los países del sur y entorpecer las propuestas alemanas, caricaturizadas como austeridad irracional. Grecia y España son excusas para marear la perdiz, y seguir perdiendo tiempo.